El poder de las lágrimas
23 de Enero , 2019 por Anna Becerra
¿Cuántas veces has escuchado “no llores más que tienes que ser fuerte”, “los niños no lloran”, o frases por el estilo? O quizás has sido tú quien en un intento de consolar a alguien has dicho cosas como: “ánimo y no llores, llorar es de débiles”. Ya sea debido a una triste vivencia, una ruptura reciente o un acontecimiento perturbador entre otras muchas cosas, nuestras emociones fácilmente pueden desencadenar en una descontrolada catarata de lágrimas. Por la educación que hemos recibido, muchas de esas veces preferimos ocultar esas lagrimas por no preocupar o por miedo a parecer personas débiles.
Empiezo con esta pequeña auto–reflexión porque en consulta es muy común que surjan emociones muy intensas y ganas de llorar. La gran mayoría los pacientes intentan contenerse de cualquier forma: se ponen las manos en la cara avergonzados, aprietan los dientes intentando así que no salgan las lágrimas, incluso me piden perdón por ponerse así.
Siempre intento explicar que llorar es algo tan natural como necesario y uso la metáfora de la “olla exprés”: si mantenemos por mucho tiempo la carga emocional, habrá algún momento en que “explotemos” y nuestro cuerpo, nuestras relaciones o nuestra mente saldrán dañados; sin embargo, si tenemos una válvula de escape como es el llorar, podremos manejar de mejor forma dicha tensión emocional.
¿QUÉ PASA REALMENTE CUANDO LLORAMOS?
1. Eliminamos gérmenes y bacterias.
A parte de limpiar, lubricar y oxigenar la córnea, las lágrimas actúan de barrera bacteriostática, controla las posibles infecciones y evita la colonización microbiana.
2. Adiós al mal genio.
Al llorar liberamos dos hormonas con efecto calmante y relajante (opiáceos endógenos y oxcitocina) y pueden ayudar a reducir el dolor, el estrés o esa sensación de angustia que a veces notamos en el pecho o garganta.
También liberamos manganeso. Los altos niveles de este elemento en el cuerpo provocan fatiga, irritabilidad, depresión y ansiedad, por lo que reducir la cantidad de manganeso equivale a aplacar el mal genio. Y el mal genio va ligado al estrés, a la tristeza, a los pensamientos pesimistas…
3. Nos ayuda a avanzar.
Cuando estás triste y quieres llorar, lo peor que puedes hacer es contenerte. Si no lloras cuando lo sientes, enfermas. Cierto, llorar no te va a devolver al ser amado, pero te va ayudar a sentir y elaborar esa pérdida, y a estar sano física y mentalmente. Hará que pases por un duelo mucho más natural y más sano para tu salud emocional y mental.
En tal sentido, el llanto permite la expresión de las emociones, no importando si éstas son de alegría o tristeza; frustración, enfado o satisfacción. De hecho, la gente puede llorar como un símbolo de que necesita la ayuda de los demás o de que siente empatía ante los conflictos ajenos.
4. Conocerse a sí mismo.
A veces, el llanto se considera una muestra de debilidad, cuando, en realidad, puede ser todo un signo de fortaleza emocional.
Las lágrimas dicen mucho de nosotros. Nos permiten saber cuáles son nuestras debilidades o vulnerabilidades, cuándo y cuánto necesitamos de otros, qué nos afecta más o menos y nuestras necesidades. A veces cuando nuestra mente está acelerada y nuestros pensamientos logran callar las emociones, permitirnos llorar nos ayuda a entender como gestionamos las emociones y poder aprender a hacerlo de la mejor forma posible.
Por todo esto, podemos deducir que llorar es bueno para la salud. Al intentar contener las lágrimas estamos bloqueando que se produzca esa limpieza emocional que tanto necesitamos. Por eso, no sintamos miedo, temor o vergüenza por expresar lo que llevamos dentro.
Te invito tanto en consulta como en tu vida diaria a ser más expresivo, congruente, fiel y sincero con tus emociones. Te invito a que llores.
¡No tengas miedo de sentir!
Muchas gracias,
Anna Becerra
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